miércoles, 26 de abril de 2017

No Hemos Nacido para Sufrir


     Dios no nos ha creado para que seamos un juguete de las circunstancias. Nuestro destino no es sufrir ni soportar el dolor sin más razón, porque la vida es una escuela del cosmos donde se viene a aprender a base de experiencias prácticas. Para quienes son de evolución mediana y pequeña, este planeta viene siendo como un kinder, una escuela primaria donde se enseñan las verdades fundamentales.

     Los más avanzados en la búsqueda de la sabiduría encuentran que el mundo es como una Universidad y los de mediano avance aprenden verdades secundarias tal como se hace en Bachillerato normalmente. Al final de todo estudio, siempre hay que graduarse para ocupar puestos más altos y poder obtener logros mayores.

     Nada de lo que nos pasa se debe al azar, a la casualidad, porque la casualidad no existe sino "la causalidad" en el sentido de que todo cuanto sucede tiene una causa, un motivo. El motivo está escondido, con frecuencia, en vidas pasadas y procede de siglos atrás o también puede encontrarse en esta misma reencarnación.

     Siempre, cuanto pasa es por mejor y para bien, aunque su apariencia sea negativa. Por esto, hay que bendecir el bien en las condiciones no armoniosas donde parece estar escondido y pedimos que el bien se manifieste. Así lo decretamos y esperamos.

     Según lo que aprendamos en el diario vivir, iremos elevando nuestro nivel de conciencia y nos liberaremos, poco a poco, de lo imperfecto. A base de experiencias difíciles, despertamos espiritualmente, crecemos en verdad y comprensión, dejamos de ser hombres y mujeres dormidos.

     No es cierto eso de que hay que resignarse ante el dolor, los problemas y dificultades con pasividad, por la creencia errada de que "Dios así lo quiere". Lo que Dios quiere para nosotros es la felicidad, el bienestar, la salud y la alegría, que seamos prósperos y vivamos contentos, que progresemos cada vez más.

     El lado negativo y triste lo pone cada ser humano en su propia vida por ignorancia. Hay una forma común de vivir en la ignorancia que arrastra a las mayores calamidades. Ante el infortunio sin sabiduría, no queda otro remedio que resignarse, pero esta no es la Voluntad de Dios.

     Aprende esta verdad: no hemos nacido para sufrir. Todo se puede mejorar, regenerar y cambiar. El ser humano tiene una gran capacidad de regeneración a nivel físico, mental y emocional para cuando él desee, se proponga y lo intente. Esto sucede porque tiene, dentro de sí, el Gran Poder de Dios para cambiar, en positivo, lo que le interese.

     La Magna Presencia de Dios y el Cristo Individualizado en integración perfecta dirigen siempre al individuo hacia el bien, la perfección y la victoria, si él colabora, demanda e invoca este Poder, lo sentirá y se hará visible. Las interferencias y dificultades las pone la conciencia humana por su ignorancia y rebeldía.

     En el hoy, el eterno presente, todo se puede regenerar y no importa lo que sea, pero, por supuesto, hay que aplicar el conocimiento, esforzarse, tener paciencia para esperar las realizaciones en su debido tiempo.


José G. González C.
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